29.3.07

Menandro y la Samia (Autora: Mónica Colomina, 2º B)


Menandro nació en Atenas 342 a.C - 292 a.C. Hijo de Diopites y Hegesístrata, hermana del comediógrafo Alexis, gozó de bastantes bienes como para llevar una vida acomodada. Fue amigo juvenil de Epicuro y de Zenón, y discípulo de su pariente el poeta Alexis y del filósofo Teofrasto, sucesor de Aristóteles en la Academia y autor del tratado Los caracteres, que probablemente influyó en su obra dramática. Fue el máximo representante de la comedia nueva ateniense junto con Filemón de Siracusa (o de Soli), Dífilo de Sinope, Apolonio de Caristo, Posidonio de Casandra y escribió ciento cinco piezas, de las que únicamente una, El misántropo, se ha conservado íntegra. Del resto sólo quedan fragmentos, como en el caso de El arbitraje, La mujer de Samos o El hombre de Sición. Favorecido por Demetrio de Falero (317-307), cae en desgracia con Demetrio Poliorcetes y Lácares. Vive apartado con Glícera, la hetera, en el Pireo. Sus comedias fueron premiadas ocho veces (tres en las Leneas, cinco en las Dionisias), pero fue pospuesto, quizá por motivos políticos, a Filemón en el favor público.




Máximo representante de la comedia nueva, mostró un enorme dominio de la trama. Destacó sobre todo por la fina observación de caracteres, por lo que muchos de sus personajes se convirtieron en arquetipos (el parásito, el avaro, el misántropo, etc.). Sus comedias fueron imitadas por los autores latinos Publio Terencio y Tito Maccio Plauto, y a través de ellos su estilo pasó luego al teatro renacentista europeo


Para la correcta valoración de Menandro es fundamental revisar las opiniones tradicionales sobre los períodos postclásicos, con excesiva frecuencia aún hoy considerados epigonales, decadentes, opinión que impide ver que realmente se trata de épocas nuevas, con nuevas condiciones socio-económicas y nuevos productos literarios que mantienen y cambian a la vez la tradición.

Menandro vive en épocas de profundos cambios políticos. Recordemos sólo algunas fechas y sucesos significativos: en 338, en la batalla de Queronea, los griegos pierden su independencia frente a Filipo de Macedonia y a partir de la muerte de Alejandro en 323 se suceden las luchas por el control del poder, contexto en el que Atenas intenta reconquistar su independencia, pero es derrotada y Demetrio Falereo nombrado epimeletés (317-307), hasta que Antígono proclama la libertad de la ciudad y el Falereo tiene que huir, quedando sus amigos y seguidores en situación delicada, entre ellos Menandro.
Se trata, por lo tanto, de una época de inestabilidad política que provoca o agudiza cambios sociales y económicos que eran consecuencia de sucesos anteriores (Guerra del Peloponeso y sus consecuencias, imperialismo ateniense, ampliación del marco geográfico de acción, etc.), con un considerable aumento de la diferencia entre las clases y del contraste entre el campo y la ciudad; se deteriora el entramado comunitario, lo que comporta la falta de mecanismos contra los abusos y el consiguiente aumento de la inseguridad.
Todos estos factores están presentes en las comedias de Menandro, en las que la temática muestra el predominio de la dimensión particular del individuo frente a la comunitaria del ciudadano y la estructura cerrada de la trama, en la que se recompone un orden que en apariencia se había roto, con un final feliz en el seno de la estructura que se quiere reforzar, en la familia. Todo ello es reflejo de un sistema en el que, frente a los cambios socio-políticos, las clases dominantes intentan mantener un determinado orden que ha sido puesto en cuestión por las transformaciones de todo tipo y por la pérdida de los valores anteriores; el enfrentamiento a ese sistema cerrado motiva que el individuo se sienta anonadado, confuso, en una aporía de la que le sacan otros personajes.

En esa nueva sociedad la incorporación a la estructura macropolítica de nuevos territorios con gentes de otras razas y culturas provoca el surgimiento de un cierto ecumenismo; el uso de una lengua común de cultura y administración facilitó el conocimiento de estos pueblos a la vez que acentuó la influencia de una corriente de pensamiento, ya presente en el siglo V a.C., que reconoce el valor de la sabiduría de ciertos pueblos bárbaros. No debe extrañarnos por ello el encontrar desarrollado en Menandro un fenómeno ya presente en Eurípides en la forma de una visión crítica de los valores defendidos por los griegos frente a los bárbaros: Menandro en ocasiones saca a escena bárbaros que muestran la vileza y mezquindad de algunas costumbres y actuaciones de los griegos e insiste en la necesidad de adoptar una noción más amplia del concepto de solidaridad que abarque a todo el género humano.



En este contexto escribe Menandro la que ha sido considerada simple comedia burguesa, amable y elegante, pensada para las capas media y alta de la sociedad y sin apenas reflejos de las graves tensiones sociales; pero progresivamente se va imponiendo un modo nuevo de leer a Menandro que saca a la luz estrechas relaciones con los problemas contemporáneos, como las obras de Aristófanes, pero de modo distinto: mientras la Comedia Política trata de personas o asuntos concretos que preocupan en ese momento a los ciudadanos de Atenas o da forma de comedia a una utopía política (reflejo de las reflexiones de sus coetáneos sobre la crisis del sistema político), la comedia de Menandro, como la tragedia, trata de los problemas contemporáneos del ser humano y de las probables vías de solución, que, para un hombre como Menandro, están en la solidaridad y la comunicación humana por encima de las barreras sociales y económicas.
La comedia de Menandro, por lo tanto, es un espacio para la consideración crítica de la sociedad en una situación de fuertes tensiones en un formato amable y en consecuencia atractivo y efectivo.

En la Samia también hay una doble relación, en este caso del padre, Démeas, y el hijo adoptivo, Mosquión. El escenario son dos casas, la del rico Démeas y la del pobre Nicérato; ambos han salido en un largo viaje. Mosquión hace de prologuista y nos cuenta que su padre ha llevado a casa a la hetera Críside, de la que está enamorado, y que él durante las fiestas ha dejado embarazada a Plangón, hija de Nicérato, y que le ha prometido a la madre casarse cuando vuelvan los padres. Plangón ha dado a luz un hijo y Mosquión le ha pedido a Críside que lo haga pasar por propio mientras se resuelve el problema.
Vuelven los padres respectivos, y Mosquión muestra la debilidad de su carácter: no se atreve a contarle a Démeas lo que ha sucedido, sino que mantiene el engaño. Démeas oye por casualidad a la nodriza de Mosquión, que, sin saber que es escuchada, dice que el niño es hijo de Mosquión. Démeas, que sigue creyendo que Críside es la madre, la tira de casa, pues la hace a ella culpable de la traición, y con ella al niño y la nodriza. Nicérato los recoge en la suya; pero escucha que Mosquión reconoce ser el padre y entra en casa para tirarlos. Como su propia mujer y su hija, Plangón, protegen a la hetera y el niño, cree que se han confabulado en su contra y amenaza con prender fuego a la casa, lo que es impedido por Démeas, que ya sabe toda la verdad. Aclarado el embrollo, los consuegros se preparan para celebrar las bodas, pero Mosquión quiere dar una lección a su padre por haber desconfiado de él y finge querer irse de mercenario. Nicérato pone fin a las disensiones y hace que Mosquión asuma su responsabilidad. Y todo termina en fiesta.


Sin duda, es una de las mejores comedias de Menandro, y de hecho el latino Terencio pudo tomarla como modelo para escribir sus Adelfos.
Valoración de las obras Las comedias de Menandro, aunque no fueron especialmente valoradas en el momento de su representación, sabemos que tras su muerte fueron muy apreciadas y pronto consideradas clásicas, sabemos queEs el principal autor del período conocido como de la Comedia Ática Nueva ( Filemón de Soli, Difilos de Sinope, Apolonio de Caristo, Posidonio de Casandra, de los cuales no nos llegaron textos), que se caracteriza por el tratamiento de temas cotidianos, el abandono de los temas heroicos, y la desaparición del coro en escena, a la vez que la vivacidad de los diálogos entre los personajes, que son estereotipos populares. En tal sentido es el antecedente de la comedia Latina y de allí a múltiples formas posteriores , incluso hay testimonios de que era leído y estudiado a mediados del siglo VII, de modo que en muchos aspectos vino a jugar un papel similar al de los poemas homéricos, como prueban testimonios de tipo arqueológico, el número de papiros e inscripciones, etc. No sólo fue apreciado por sus cualidades de comediógrafo: su griego relativamente fácil, el rechazo a la invectiva y en general a las obscenidades habituales en la Comedia Antigua y el carácter moralista de sus planteamientos le hacían especialmente indicado para los primeros niveles de la enseñanza tanto para griegos como para romanos.

Esta presencia en los grados elementales de la enseñanza le privó de los comentarios que se realizaron de las obras utilizadas en la formación superior, lo que hubiera podido ser motivo de aprecio por parte de los eruditos bizantinos y haber asegurado la copia de sus obras. A ello debemos añadir el que su ático del siglo IV a. C. se considerase contaminado por la koiné, razón por la cual no soportó el juicio de los aticistas. Lo que de él se conservó fue la crestomatía de sentencias, en la que se creía recoger lo esencial de la sabiduría de Menandro, que de este modo pasaba a ser valorado más como pensador y filósofo que como comediógrafo. Hasta principios del siglo XX se producía la paradoja de que el autor que Aristófanes de Bizancio sólo hacía preceder por Homero, sólo era conocido por sus sentencias, tres pequeños fragmentos de Arbitraje y Aparición (Phásma) e indirectamente por las reelaboraciones de la comedia palliata.

Así que, Menandro, en definitiva, es el autor que con una "sonrisa", tal vez triste, pone de manifiesto las debilidades y defectos de nuestros humanos espíritus




12.3.07

Los Etruscos ( Autora: Mónica Colomina 2º B)






ORIGENES:

Los orígenes de los etruscos nunca han estado claros. Si bien existen varias teorías para explicarlos: La teoría actualmente más fundamentada en cierto modo sintetiza a las de Heródoto y Dionisio de Halicarnaso: se considera, por varios rasgos culturales (por ejemplo, los alfabetos), un fuerte influjo cultural derivado de alguna migración procedente desde el suroeste de Anatolia, más precisamente desde el territorio que los griegos llamaron Karya (Caria), tal influjo cultural se habría extendido sobre pueblos autóctonos ubicados en lo que actualmente es Toscaza.

LOS ETRUSCOS Y SU LOCALIZACION EN ITALIA:
Los etruscos fueron un enigmático pueblo cuyo núcleo histórico fue la Toscana, a la cual dieron su nombre (eran llamados Τυρσηνοί (tyrsenoi) o Τυρρηνοί (tyrrhenoi) por los griegos y tuscii o luego etruscii por los romanos; ellos se denominaban a sí mismos rasena o rašna).
Desde la Toscana se extendieron por el sur hacia el Lacio y parte septentrional de la Campania, en donde chocaron con las colonias griegas; hacia el norte de la península itálica ocuparon la zona alrededor del valle del río Po, en la actual región de Lombardía. Llegaron a ser una gran potencia naval en el Mediterráneo Occidental, lo cual les permitió establecer factorías en Cerdeña y Córcega. Sin embargo, hacia el siglo V adC comenzó a deteriorarse fuertemente su poderío, en gran medida, al tener que afrontar casi al mismo tiempo las invasiones de los celtas y los ataques de griegos y cartagineses. Su derrota definitiva, por los romanos, se vio facilitada por tales enfrentamientos y por el hecho de que los rasena o etruscos nunca formaron un estado sólidamente unificado sino una especie de débil confederación de ciudades de mediano tamaño. En cierto modo predecesora de Roma y heredera del mundo helénico, su cultura ( fueron destacadísimos orfebres, así como innovadores constructores navales) y técnicas militares superiores hicieron de este pueblo el dueño del norte y centro de la Península Itálica desde el siglo VIII adC hasta la llegada de Roma.
A tal punto que los primeros reyes de Roma fueron etruscos. Hacia 40 adC, Etruria (nombre del país de los etruscos) perdió su independencia y se convirtió en una provincia del Imperio Romano.
Relaciones con otros pueblos (aliados y enemigos)

Los etruscos eran un pueblo netamente comerciante desde el inicio hasta el final de su civilización, principalmente marítimo, aunque también terrestre.


En un principio se aliaron y repartieron las zonas de influencia marítima con los fenicios, en contra de los helenos, estrecharon relaciones con Corinto y cesó la hostilidad con los griegos. Sin embargo, en el 545 adC se aliaron con los cartagineses nuevamente contra los griegos.
En cuanto a lo continental, tuvo numerosos enemigos. Desde un principio, la Liga Latina (con Roma de aliada o a la cabeza de la misma), en el Lacio y en las llanuras del Po los pueblos celtas serán enemigos de Etruria. Solo conservarán como aliado incondicional durante toda la historia de esta civilización a los faliscos (pueblo que esta al oeste del Tiber).
Hacia el 300 adC se aliaron con los helenos en contra de cartagineses y romanos, por el control de las rutas comerciales.
Hacia el 295 adC una liga de etruscos, sabinos, umbros y galos cisalpinos combatió contra Roma, saliendo esta última victoriosa. Sin embargo, en sucesivas alianzas temporales con los galos continúan luchando contra los romanos, hasta que una alianza con Roma contra Cartago tiene lugar. Tras esto, los etruscos, ya en decadencia, comienzan a ser absorbidos por los romanos.

Los pueblos itálicos ( autor: Jairo Espí 2º B)









Los primeros pueblos indoeuropeos que habitaron I se dividen en itálicos y no itálicos. Las invasiones de indoeuropeos aportaron la cultura de terramaras en la llanura del Po (1500-1200 a. C.).
Son numerosos los pueblos itálicos. Históricamente, tienen mayor interés los latinos del centro y Sur de Italia que, junto con los umbrios, en Italia central, constituyen los italiotas. Los primeros parece ser que penetraron por el N en los comienzos de la Edad de Hierro (s. IX a. C.), a lo largo de la costa occidental, y se instalaron, siguiendo la dirección S, en el Lacio, Campania y Lucania (Basilicata), hasta llegar al golfo de Tarento, donde fueron influidos por los griegos y los samnitas.
La cultura propiamente latina se desarrolló en el Lacio, donde los latinos se asentaron en sucesivas oleadas, en una zona bastante reducida que facilitó cierta unidad política a base del pacto de alianza. Practicaban la incineración en urnas esferoidales; sus costumbres, campesinas, eran sencillas, con una lengua y un Derecho que se trasmitió a Roma y a todo el mundo romanizado. Distribuidos en pagi (circunscripciones familiares) y oppida (elevaciones del terreno) con carácter defensivo, se federaron en cantones autónomos que gobernaban un príncipe y el Consejo de ancianos. Su centro era Alba Longa, a orillas del lago Albano, en las proximidades de la actual Castelgandolfo. Dos tribus latinas y una sabina fundaron Roma, a mediados del s. VIII a. C. Probablemente, los pobladores de la nueva ciudad destruyeron Alba Longa, con lo que se beneficiaron los etruscos para dominar en parte del Lacio, aunque según T. Mommsen los etruscos no alcanzaron el Lacio (Historia de Roma, Madrid 1956). Los latinos fueron absorbidos por los romanos, de los que recibieron la ciudadanía desde el 90 a. C.
Próximos de los latinos estaban los faliscos, también itálicos, aliados de los romanos (343-339) y cuyo centro, Faleria, a unos 40 Km. de Roma, fue destruido por los romanos (241 a. C.). Entre los umbrios, habitantes de Umbría, al E de Etruria, en el alto curso del Tíber, cabe distinguir entre sabinos al S y picenos al E. Los primeros, que vivían entre las actuales ciudades de Terni y Rieti, fueron aliados de Roma, según la leyenda, tras el rapto de las sabinas por Rómulo. Los picenos se extendían entre los montes Apeninos y el mar Adriático. Una de sus principales ciudades era Ancona, fundada por los griegos de Siracusa a principios del s. IV a. C. y conquistada por los romanos en el 268 a. C., cuando someten la región habitada por los picenos. Relacionados probablemente con los umbrios estaban los ecuos, hénicos y volscos, también llamados todos ellos italiotas por ser portadores de la cultura del Hierro. El territorio de los ecuos, en el Lacio, abarcaba el Alto Anio, con capital en Penestre (Palestrina), y fue conquistado por los romanos sobre el 305 a. C. También en el Lacio, al SE de Roma, se asentaban los hérnicos, posibles descendientes de los sabinos y cuya principal ciudad era Anagnia. Aliados en un principio a los romanos, luego se rebelaron contra ellos (487 a. C.) y fueron dominados a fines del s. iv a. C., un siglo antes que los volscos, que poblaron la parte oriental del Lacio.
El grupo itálico más numeroso es el lingüístico oscoumbrio, del que ya se han citados los umbrios. De N a S, a partir de los Abruzos, en el centro de Italia, pueden citarse varios pueblos. Los marsos, al S del lago Fucino, procedían posiblemente de Germania; fueron sometidos por los romanos sobre el 308 a. C. Los pelignos se extendían al O del lago Fucino. En Campania, los oscos se anexionaron Capua (s. IV a. C.), parece ser que Pompeya fue construida por los oscos (s. VIa. C.). De origen osco eran los ausones (de ellos deriva el nombre de Ausonia que se dio a Italia en la poesía antigua) situados en Campania, en torno a Cumas, ciudad que los griegos de Calcis (en Eubea) habían fundado en la costa del golfo de Nápoles (s. VIII a. C.). Esta ciudad, próxima a la actual Cuma, desempeñó un decisivo papel en la Italia antigua al oponerse, en unión de los latinos, a los etruscos, a los que expulsó de Campania, con ayuda de los siracusanos, a raíz de la citada batalla de Cumas; después de ser ocupada por los samnitas (último tercio del s. V a. C.), Cumas pasó definitivamente a poder de los romanos en el 334 a. C.
Los samnitas, de lengua osca, habitaban el centro montañoso de Basilicata (v.), cuya capital Vovianum (Boiano) fue conquistada por los romanos (299 a. C.); pastores nómadas de organización tribal y gobierno aristocrático, no constituyeron un Estado unitario, sino una federación; después de la retirada de los etruscos, se establecieron en Campania (s. v a. C.) y sostuvieron una serie de guerras contra los romanos, desde que éstos comenzaron su expansión (primera 343-342; segunda, 327-304; tercera, 298-291), hasta que fueron dominados por ellos (mediados del s. in a. C.), aunque se rebelaron junto con los marsos y promovieran la guerra social de principios del s. i a. C. En la costa adriática de Molise se encontraban los frentanos, sometidos por los romanos en el s. iv a. C. También en la costa adriática, al lado de Pescara, habitaban los marrucinos. Desde la costa tirrena al golfo de Tarento, se extendían los lucanios, culturalmente influidos por los griegos, contra quienes lucharon. Aliados primero de los romanos (298 a. C.), se enfrentaron luego a éstos en las guerras de Pirro (v.) y Aníbal (v.). A los lucanios se sometieron los brucios de Calabria (v.), que habían formado una federación (356 a. C.) con intención de apoderarse de las ciudades griegas costeras. También formaron parte en las tropas de Aníbal, durante las Guerras púnicas (v.).